La Jornada Mundial de la Juventud es un gran acontecimiento eclesial. Su celebración se debe a la iniciativa del Papa beato Juan Pablo II. En sus diversas ediciones se ha convertido en un momento de inspiración, creatividad artística, espiritualidad, encuentro entre jóvenes de todos los continentes. Ha suscitado un voluntariado que llama la atención y una capacidad organizativa admirable. Quienes participan en el evento muestran, en principio, la voluntad de vivirlo en todas sus dimensiones. No obstante, la JMJ es objeto de diversas lecturas: unas a favor, otras en contra. He sentido la necesidad de hacer de ella una lectura apocalíptica. El Apocalipsis es la última Palabra de Dios, en la cual el Espíritu nos ofrece las claves para interpretar proféticamente los acontecimientos históricos. Y éste es uno de ellos.
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