quinta-feira, 8 de julho de 2010

JOVEN, TE HAS PREGUNTADO QUIEN ES TU PROJIMO?


Lc. 10, 25-37.
Se procura una juventud cristiana más humanitaria, sensible y realista.

Era un día como cualquier otro en el cual emprendía el camino que baja de Jerusalén a Jericó. Era muy normal para mi pasar por allí, aún con el riesgo de bandidos tan grande que amenazaba. Pero ese día cambió mi vida y mis caminos para siempre. Mientras caminaba a la misma hora de siempre, bajo el fuerte sol, vislumbré a lo lejos un movimiento que no pude identificar al momento, fue entonces cuando al acercarme descubrí que se trataba de un hombre muy mal herido. Él estaba allí, muy maltratado, tirado como nada a orillas del camino, casi muerto.

La primera intención fue la de no meterme en problemas, pensando que era mejor dejarlo ahí, pues era seguro que otra persona lo socorrería, pero sentí en mí el dolor de aquel hombre, por un momento olvidé su raza, su nacionalidad y su religión. No se explicar como fue pero me conmovió profundamente su estado, verlo tirado, desnudo y sin poder valerse por si mismo. Me acerqué a él y mientras lo observaba me acordé que tenía entre mis provisiones de largo viaje, lo necesario para curarle las heridas. Aunque sabía que tenía que usarlo para el encargo que me habían hecho, le lavé las heridas y lo llevé conmigo a la posada más cercana. Pagué por su estadía y me aseguré bien de su cuidado antes de partir nuevamente, pues como todo caminante debía seguir con mi camino.

Pero, entonces, algo muy extraño pasó, de repente empezaron a pasar cosa muy extrañas por mi cabeza, empecé a preguntarme el por qué de las divisiones, por qué las personas se separan por cosas que ni siquiera merecen la pena como: la religión, las diferencias sociales y nacionalidad, pues nadie eligió donde nacer, ni recibir la educación que recibió. Por un momento pensé que estaba perdiendo la razón, lo cierto es que la imagen de ese hombre tan mal herido me hizo reflexionar que en realidad todos los hombres somos iguales, porque también yo pude haber estado allí en su lugar.

A veces pienso que he perdido mucho tiempo de mi vida en cosas vanas, quizás por eso no dejo de sentirme tan feliz de haber hecho algo así, pues nunca antes en mi vida hice nada igual por alguien. Sin embargo lo que más me sorprende es que precisamente me haya tocado con el extranjero que tanto me ha despreciado y que yo he despreciado.
Desde ese día empecé a sentir que algo faltaba, empecé a sentir una necesidad muy fuerte de profundidad y de dar mayor sentido a mi vida.

Siempre escuché hablar de un ser supremo, todopoderoso, misericordioso con todos, y sobre todo, muy bueno y santo, pero eso nunca me había interesado. Es más ni siquiera le prestaba atención, pues me parecía que quienes lo afirmaban eran personas muy ingenuas, de hecho en algunas ocasiones hasta llegué a burlarme de aquellos que hablaban de su divina ley de amor a él y al prójimo. Pero, entonces, ¿Cómo es posible que hubiera actuado así de no haber sido movido por ese Dios justo, verdadero y cercano que tantos claman? Yo sólo sé que empiezo a descubrirlo ahora, lo siento y tengo seguridad que en él hay verdad y vida. Lo descubrí a través de aquel que siempre ignoré, humillé y desprecié, eso me lleva a pensar en la necesidad tan grande que tenemos de unidad, compasión y misericordia entre nosotros, ahora puedo ver con más claridad la gran indiferencia que nos arropa y el daño que eso nos causa.

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