sábado, 13 de fevereiro de 2010

Háblame de Dios:



• Dije al amigo háblame

Dios, y el amigo me enseñó a amar.

• Dije a un pequeño: háblame de Dios, y el pequeño sonrió.

• Dije al dolor: háblame de Dios, y el dolor se me quitó.

• Dije a la mano: háblame de Dios, y la mano se convirtió en servicio.

• Dije a la fuente: háblame de Dios, y el agua brotó.

• Dije a la voz: háblame de Dios, y la voz no encontró palabras.

• Dije a mi madre: háblame de Dios, y mi madre me besó.

• Dije al predicador: háblame de Dios, y el predicador me entregó la Biblia.

• Dije a la Biblia: háblame de Dios, y la Biblia se ahogó de tanto hablar.

• Dije a Jesús: háblame de Dios, y él me enseño sus llagas.

• Dije al sol poniente: háblame de Dios, y el sol se ocultó sin decirme nada. Pero al día siguiente, al amanecer, cuando abrí la ventana, me volvió a sonreír.


Hablar de Dios no sólo es ir a la iglesia, recibir la comunión, mantenerse en una oración constante… De regreso a casa luego de haber estado en la universidad, me subo a un autobús donde me encuentro una acalorada “conversación” entre un evangélico o protestante y una señora católica.

El señor al parecer desde que había abordado dicho vehículo se mantuvo en critica constante contra la iglesia católica y todo su estilo de vida, y la señora por su parte, molesta por dichas ofensas, comenzó una disputa ardiente con el señor. Luego de varias paradas llega el momento donde el señor debe quedarse y antes de irse terminó deseándole mal a cuantos estábamos allí.


Todos nos sorprendimos porque antes estaba hablando de Dios y luego nos desea un mal día.

Hablar de Dios no es criticar a las demás religiones, hablar de Dios no es llevar una Biblia todo el día. La mejor forma de hablar de Dios es a través de nuestro modo de vida, de nuestro ejemplo. Que podamos representar a Dios ante los demás mediante el respeto, la humildad y la ayuda desinteresada. Y recuerda: que la mejor religión, es el Amor. ¡Vete y haz tú lo mismo!


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